En cualquier expresión escrita existen dos componentes:
- El objetivo es el hecho o tema a expresar, es decir, la situación por la que se escribe.
- El personal o subjetivo, es decir, lo que se manifiesta al comunicar.
Para el desarrollo de la expresión escrita es tan importante saber leer como escribir. Como afirma Bruno Estañol, “El escritor requiere, primero, ser un buen lector; un lector cuidadoso que siempre está dispuesto a aprender algo de sus lecturas”. Gracias a las lecturas adecuadas y, muchas veces de forma inconsciente, recibimos información sobre la organización textual, las propiedades textuales (coherencia, cohesión y adecuación), el estilo, el registro, la ortografía, la gramática, la puntuación, etc., a los que hay que sumar el innegable aprendizaje cultural.
Por su parte, las microhabilidades necesarias para llevar a cabo la expresión escrita van desde las psicomotrices (colocación del cuerpo, desplazamiento de la mano, adquisición de un ritmo caligráfico adecuado, etc.) hasta las coginitivas (saber analizar los elementos de la situación de comunicación, ser flexible para reformular los objetivos a medida que avance el texto, etc.).
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